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Soliloquio de un personaje frente a la idea de Justicia


El personaje está en su primer día de trabajo, en esta parte de la penitenciaría, que por el momento la llamaremos sin nombre, y a punto de ejecutar la orden de pena capital sobre un tipo que más bien parece un pobre diablo y, que a simple vista, se acerca más a la imagen de buena persona. Pobre diablo y buena persona, condición que, al personaje, al parecer, le produce cierta disonancia, a pesar del fuerte entrenamiento que tuvo hace un par de días atrás, días en los que no pensaba que tendría esta responsabilidad tan pronto, no tan pronto, por lo menos, se decía a sí mismo, y entonces sucedió que comenzó a preguntarse todo el asunto de manera más grave, a minutos de cumplir la orden, que como les decía, era de pena capital. Así, mientras va encargándose de todos los detalles de la ejecución, que en este caso, conciernen a la silla eléctrica, el personaje comienza a hablarse a sí mismo, para sus adentros.


(Entra a sala principal, y comienza a revisar el estado de la silla)


Se me va a poner difícil esto, espero que no, aparte, que más dá, es tu trabajo, alguien tiene que hacerlo, olvídate, concéntrate mejor en lo de después, en lo que está allá, en las galletitas de Norma junto a un té bien cargado y bien dulce, de esos que te hace Norma y nadie más, y la televisión prendida, la casa calentita, todo bien, está todo bien, para qué darle mas vueltas, dale, gira la perilla que hay que apretar bien esos fusibles, para que el pobre diablo por lo menos no la pase mal, que sea rápido, sin fuegos artificiales, por favor, todo esto es un tema de justicia finalmente, y sobre eso, tu no tienes nada que decir...
 

como era lo que te decían en el entrenamiento?


Justicia es la concepción que cada época o civilización tiene del bien común, muy bien, ahí esta, eso es, el bien común, no les des más vueltas...


(prepara unos bidones con agua, que se usan para conducir la electricidad de mejor manera)


y que pasa con la injusticia?


injusticia vendría a ser una negación de lo que todos consideramos, como conjunto, parte de la idea de bien común... puede ser, todo esto igual pierde sentido ahora, más bien me parece que la justicia es una idea abstracta, una utopía, un más allá que está más allá para sostener el más acá, injusticia sería el más acá, donde nos situamos para proyectar, en el más allá, la idea de justicia, dicho de otra manera, injusticia es la regla y justicia es la excepción, tal cual...


(se toma un momento mientras humedece unos paños grandes color amarillo)


Justicia es una excepción porque lo que hemos construido como conjunto, está demasiado allá, allá lejos, dicho de otra manera, sería mejor que la idea de justicia se terrenalice, que se haga más de acá que de allá, que destruyamos la utopía y la reformulemos, de esta manera la injusticia sería más escasa, y, por lo menos, todos nos sentiríamos mejor, y eso, muy probablemente, nos
conduciría a un bienestar general que la utópica justicia no ha logrado plasmar en todos sus años de trayectoria, desde tiempos antiquísimos... antiquísmos...


(deja los paños a un lado y revisa las amarras de las muñecas. Las tironea un poco, están bien, están firmes)
 

Entonces, escencialmente, me estas diciéndo que la injusticia te hace sentir mal, te sientes culpable por las injusticias del mundo, entendiendo que éstas existen en referencia a la idea actual de justicia, de derechos, etc, es decir, mientras más hemos refinado la idea de justicia, peor nos vamos sintiendo como seres humanos, y se manifiesta abierta e inevitablemente una negligencia absoluta frente a nosotros mismos y eso conduce, como en un trineo cuesta abajo, derecho a la angustia.
 

La verdad verdad, es que por una parte, sí, tengo angustia de observar la injusticia que se manifiesta todos los días en todas partes, en contraste, ya dijiste, a la idea actual de justicia, derechos humanos, derechos infantiles, de los animales, etc, etc, etc. En realidad escasamente se vive en un mundo justo, escasamente, y sí, como te decía, siento una angustia, pero esa angustia en realidad es leve. Sinceramente, puedo seguir viviendo, puedo, con angustia pero puedo.
 

(revisa los fondos debajo de la silla, que se usan hace un tiempo para contener los excrementos que algunos prisioneros liberan durante la electrocución)


Tu angustia entonces no es verdadera, sino que es más bien una manera de relacionarte y de convivir con la idea actual de justicia, de manera que te explicas a ti mismo que estás conciente de las injusticias, que sin embargo te sobrepasan y que no puedes hacer nada, pero, para estar tranquilo, te reconoces con una angustia, leve, pero existente, podríamos decir, que es, en realidad, un mecanismo para deshacerte de la responsabilidad que te cabe como partícipe del mundo, participación en el mundo que más de una vez te ha servido para beneficiarte de la misma idea de justicia y que a la vez, te angustia, como me venías diciendo.


Sí, eso es acertado, podría decir, que es en efecto algo que me beneficia en contadas ocasiones, que me da cierta capacidad de ejercicio sobre mi realidad circundante, pero que a la vez me entrega una responsabilidad frente a la cual me declaro angustiado, es decir, cuando me toca beneficiarme lo hago y cuando me toca hacerme responsable me angustio o siento pena, o compasión, etc, etc, etc, todas máscaras de la misma cosa, que es, finalmente, la flojera, que corre como un río subterráneo a la mayoría de la gente que está en posición de ejercer un cambio en su entorno inmediato en relación a la idea de injusticia, entonces aparece el desapego, por decir así, de las injusticias circundantes, que como ya dijimos, son mas la regla que excepción... puede ser, puede ser... asi es la vida


(se detiene seco, entre la revisión de cables y la conexión con la palanca que acciona todo y que está a un costado, en la pared)
 

El té de Norma debe estar reposado en el termito de 2 litros que está en la cocina, seguro que ya
lo tiene listo, bien dulce, con un toque de canela que misteriosamente se filtra entre los sabores de esa infusión perfecta, y que le da una estampa magnífica, eso es, será la canela, no sé, puede ser... habrá puesto el quequito de naranja con cubierta de chocolate, que venden en la pastelería de abajo, una perfecta mezcla, eso realmente es la vida, para mí por lo menos, que más, dale, que queda poco para que termine el turno, terminas acá y te vas a tu cocina calentita que te espera con todo lo que te gusta, termina pronto que ya te vas de acá...

 

(revisa el cableado desde la palanca que acciona todo, que descansa acostada sobre una pared, hasta la silla eléctrica, en la mitad de la sala, y se cerciora que todo funciona correctamente)


Valdrá la pena todo eso?, justicia, injusticia, que se yo, si en realidad es una idea lejana, poco aplicable, demandante de angustia, etc, etc, etc, para qué nos sirve?... y para mantenernos ocupados en algo, para darle un sentido al quehacer del más acá, que se yo, algo hay que hacer entre nacer y morir, entre lunes y viernes, con algo hay que llenar el hueco, no te parece?
 

(humedece el respaldo de la silla y revisa las conexiones del casco)


Si, la verdad que si, algo hay que hacer, por ahí empieza a aparecer una utilidad de todo esto, como darle un sentido o algo así, porque angustia también puede ser una expresión de sentido finalmente, algo como un invento para evitar la verdaderda verdadera angustia y pregunta sin fondo que vendría a ser, que cresta es todo esto, o sea, digo, antes, no, antes antes de todo esto, que es esto, manos, piernas, dolor, placer, nombres, palabras, algunas caras, algunas amistades, respirar todos los días, olores, que se yo, todo esto, quién se puede sacar un ojo y mirarse entero y entender un poco desde afuera de que se trata todo, no, no, yo por lo menos no, no sé...
 

(en ese momento entra el prisionero a la sala mientras el personaje termina los últimos detalles de la preparación de la silla, se miran un segundo y luego un sacerdote comienza a leer las últimas bendiciones que le corresponden al prisionero, mientras lo ponen en la silla, lo amarran y lo preparan)


Como estará ese té de Norma, feliz, tranquilo en su taza que lo envuelve perfectamente, sin problemas, con la temperatura justa, dulce como no te imaginas, el té de Norma,y el queque de naranja cubierto de chocolate, el de la pastelería de abajo...


(Mientras decía esto, ya de manera automática y refleja, había accionado el mecanismo de la silla y el prisionero, pobre diablo buena persona, estaba frito ya, sobre esa silla que el personaje había preparado con tanto esmero. El agua que humedecía el respaldo de la silla despedía ahora un vapor lento y oscuro, y el calor de la sala se transmutó y se fundió misteriosamente con el de la cocina y con el té de Norma, mientras que el personaje se repetía a sí mismo, está todo bien viejo, está todo bien).


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